Ladrones con la oreja marcada en la plaza del mercado

 Ladrones con la oreja marcada en la plaza del mercado

Esta historia es una espeluznante lección para los amigos de lo ajeno. Las personas a las que se pillaba robando repetidamente en el antiguo mercado de Edimburgo acababan con la oreja clavada a un bloque de madera en el centro de este. Para liberarse del clavo, el ladrón debía pegar un tirón y rajarse la oreja, con lo que quedaría marcado para siempre como persona poco fiable. A este antiguo castigo se le conocía como "recorte" y parece ser el origen del término inglés "earmarked" u "oreja marcada", que define la acción de designar algo para un uso específico. En cualquier caso, dejaba una marca de por vida en los pobres ladronzuelos del mercado. Si quieres conocer más detalles sobre las leyendas truculentas de Edimburgo, te animamos a participar en un recorrido guiado por la Royal Mile.


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